Queridos amigos peregrinos:
Un peregrino, Miguel, estableció un puerto al que llegar y del que partir en el lugar mas lógico del mundo:
¡En Finisterre!, donde se acaba el camino de los pies y comienza el camino del interior. A Finisterre se llega con callos en los pies y del Finis Terrae se parte con el alma preparada para el verdadero viaje de conocimiento. Antes el caminante ha bajado humilde ante el Apóstol la cabeza y ha venido a observar al Sol acostarse al final del mar de fora y reconocerse como un minúsculo grano de arena que no hace playa, pero es parte necesaria para hacerla...
"Albergue do sol... ¡e da lúa!" es nuestra casa: La de los que vivimos cada día en ella, la de los que salimos de ella y volvemos a ella cada tiempo que corresponde y la de los que llegamos un día por primera vez a Finisterre y creíamos, pero nos equivocamos, que tardaríamos en volver si es que volvíamos...
Nuestra casa, tu casa, no es un hotel. Ofrecemos algo que nada tiene que ver con lo que encuentras en un hotel u otras instalaciones de hospedaje. Un hotel se asemeja a un edificio de viviendas donde cada uno tiene un domicilio propio y privado. El hotel es una extensión del domicilio privado de cada uno, donde la puerta, normalmente, permanece cerrada. Este servicio es idóneo para muchisimas personas y cumple muy bien la función para la que han sido configurados. Nosotros somos ¡una casa!, un albergue. Pero un albergue muy especial, porque estamos al final del camino y en el principio del otro camino.
Cada albergue es igual pero diferente a los otros y conforman su personalidad quienes lo habitan, quienes lo visitan y el lugar físico o espiritual donde se halla ubicado. Estar en el Finis Terrae nos confiere, por tanto, una personalidad ligeramente distinta, muy ligeramente distinta, a la de otros albergues:
La primera pequeña diferencia es que nuestros huéspedes pueden decidir quedarse mas de una noche, e incluso muchos días, con nosotros para terminar de prepararse para el otro camino, o, simplemente, quedarse a reposar los cansados pies antes de regresar a su casa.
Otra diferencia pequeña es que nos encuentran no solo los peregrinos de a pie o en bicicleta; también nos llegan peregrinos que dan el salto desde Santiago o desde otros puntos de peregrinación y que deciden hacer un epilogo particular hasta el Finis Terrae.
También vienen otras gentes que son, a su manera, peregrinos y así los reconocemos como tales: Senderistas y ciclistas que están recorriendo la "Costa da Morte de faro en faro, Caminantes que no siguen una ruta establecida porque quieren encontrar un camino propio y se encuentran con Finisterre casi por casualidad. Otras gentes que están haciendo a su manera un camino interior y buscan un espacio como el nuestro donde compartir experiencias, sentirse respetados y queridos y hacer un verdadero alto en el camino que nada tiene que ver con unas simples vacaciones. Los que habitamos esta casa hemos sido , y seguimos siendo, peregrinos de a pie y hemos aprendido a reconocer a los peregrinos aún cuando no se hayan, (todavía), calzado las botas.
Los peregrinos que habitamos "Albergue do sol... ¡e da Lúa!" hemos caminado mucho y hemos coincidido con muchos otros peregrinos. Asi, poco a poco, hemos aprendido a respetar a todos los peregrinos con sus ideas y creencias y a escuchar lo que, sin duda, nos tienen que enseñar. Por eso, si vienes a nuestra casa, solo te pedimos que escuches, respetes, aprendas y enseñes a los otros peregrinos que te encuentres en nuestra casa y, sobre todo, respeta, como nosotros respetamos, el credo de cada cual porque es su pertenencia mas sagrada.
¡¡Buen camino!!
Post Data: Otra entrada del blog contiene la información sobre nuestros servicios y... ¡ay! las cosas del dinero... ¡facturas... esa terrible palabra!
Cada albergue es igual pero diferente a los otros y conforman su personalidad quienes lo habitan, quienes lo visitan y el lugar físico o espiritual donde se halla ubicado. Estar en el Finis Terrae nos confiere, por tanto, una personalidad ligeramente distinta, muy ligeramente distinta, a la de otros albergues:
La primera pequeña diferencia es que nuestros huéspedes pueden decidir quedarse mas de una noche, e incluso muchos días, con nosotros para terminar de prepararse para el otro camino, o, simplemente, quedarse a reposar los cansados pies antes de regresar a su casa.
Otra diferencia pequeña es que nos encuentran no solo los peregrinos de a pie o en bicicleta; también nos llegan peregrinos que dan el salto desde Santiago o desde otros puntos de peregrinación y que deciden hacer un epilogo particular hasta el Finis Terrae.
También vienen otras gentes que son, a su manera, peregrinos y así los reconocemos como tales: Senderistas y ciclistas que están recorriendo la "Costa da Morte de faro en faro, Caminantes que no siguen una ruta establecida porque quieren encontrar un camino propio y se encuentran con Finisterre casi por casualidad. Otras gentes que están haciendo a su manera un camino interior y buscan un espacio como el nuestro donde compartir experiencias, sentirse respetados y queridos y hacer un verdadero alto en el camino que nada tiene que ver con unas simples vacaciones. Los que habitamos esta casa hemos sido , y seguimos siendo, peregrinos de a pie y hemos aprendido a reconocer a los peregrinos aún cuando no se hayan, (todavía), calzado las botas.
Los peregrinos que habitamos "Albergue do sol... ¡e da Lúa!" hemos caminado mucho y hemos coincidido con muchos otros peregrinos. Asi, poco a poco, hemos aprendido a respetar a todos los peregrinos con sus ideas y creencias y a escuchar lo que, sin duda, nos tienen que enseñar. Por eso, si vienes a nuestra casa, solo te pedimos que escuches, respetes, aprendas y enseñes a los otros peregrinos que te encuentres en nuestra casa y, sobre todo, respeta, como nosotros respetamos, el credo de cada cual porque es su pertenencia mas sagrada.
¡¡Buen camino!!